Así de emotiva fue la celebración de cierre de una nueva edición de «Análisis de películas con Recorrido Temático».
Desde sus comienzos ( en Mayo del 2013 y hasta Diciembre de 2014), y con frecuencia semanal, gozamos del séptimo arte junto al especialista Ernesto Babino.
Con el transcurrir del tiempo, se ha ido conformado un grupo de base, cálido y amante del buen cine que se sostiene desde sus inicios, siendo que además nuevos se integran cada mes enriqueciendo el intercambio y su modo de apreciar el cine .
En el festejo de cierre del año, Claudia Garaglia y Graciana Ayerbe, integrantes del grupo, compartieron sus sensaciones en estas palabras escritas. Aquí las mismas, para ustedes!
» Qué Miramos cuando Vemos Cine?»
– por Claudia Garaglia
¿Qué miramos cuando vemos cine? ¿Qué vemos cuando miramos cine? ¿Qué magias nos envuelven?
¿Qué paisajes nos transportan? ¿A qué personajes amamos? ¿ A cuáles detestamos?
¿Qué música nos conmueve? ¿ Qué silencio nos enmudece?
Si nos invitaran a que dijéramos la primer película que se nos viene a la mente, a los labios, ¿cuál nombraríamos?….
Y si pensáramos sólo en las que compartimos este año, ¿ cuál diríamos?…
Yo, diría “Babel”. Un amigo me preguntó por qué, y yo le dije que no hay demasiados por qués cuando algo nos enamora, nos sucede y ya. Y uno puede mirar mil veces esa película que se hace de uno, como se mira sin alcanzar cansancios el rostro de un hijo, los ojos y las manos de la persona que amamos. Llevar las películas amadas en el alma, adueñarse de ellas, apropiarse de sonidos, de frases, de canciones, de vidas de otros.
¿Y si tuviéramos que elegir alguna escena que nos haya conmovido o gustado especialmente?…
Yo elegiría el lirismo en el baile de esos muchachos en “Amarcord”; o el color y la energía de las decenas de ciclistas en “Una Historia Sencilla”; o esa vista desde un auto recorriendo Tokyo en “Like someone in love”; o el rostro de Laura Avellaneda, pleno de lluvia, personificando a la felicidad más pura en nuestra “La tregua”; o la simple y exquisita sensualidad de una espalda desnuda en “Hiroshima mon amour”.
T ambién se nos quedan esas pinceladas de belleza perenne rebotando en nuestros sentidos.
¿Cómo se traducen las pasiones? ¿Cómo se decodifican?
Como dijo alguna vez Kiarostami, también yo, cuando termino de ver una película, la mastico, la meto en el cuerpo, la dejo decantar, me quedo en silencio: sólo después puedo expresar un parecer, verbalizar un concepto. El cine se mira, se late, se vibra, se escucha, se siente.
Alguna vez lo escuché decir a Francis Mallmann que ver cine es como ir a la Universidad. Aprender, relacionar, memorizar, contemplar, reflexionar, desarrollar pensamiento crítico, viajar.
A mirar cine se aprende mirando. Y cuanto más miramos, más aprendemos, y más cuenta nos damos de cuánto ignoramos. Y entonces queremos seguir mirando, para seguir aprendiendo, intentado barrer ignorancias, en un círculo infinito, inconmensurable.
Ver cine para abrir la cabeza, para expandirnos, para volar, para sentirnos parte, para hermanarnos con seres de otras latitudes, de otras culturas, de otros tiempos.
Descubrir y comprender, entonces, que aun en lugares remotos, inhóspitos, inimaginablemente distantes y distintos, el ser humano sufre, ama, cela, se desvela, se obstina, enloquece, se apasiona, por las mismas razones que creemos inherentes sólo a nosotros, tan pequeños y tan inmensos en el lugar del globo donde no elegimos nacer, o donde elegimos quedarnos. Formas de ojos, colores de piel, alturas y contexturas, lenguas, costumbres, ropajes, comidas, todo podemos conocer si nos atrevemos a mirar cine.
Y dejarse transportar con lo lírico, envolverse en una música que eleva y completa, maravillarse con colores, asomarse a paisajes.
Emocionarse. Conmoverse. Erotizarse. Identificarse.
No perder la magia. Entender el cine, sí, pero defender el vuelo, el encanto.
Tengo tantas películas en mi cabeza que hay escenas de la vida real que se me aparecen como fragmentos de cine visto alguna vez. A veces la vida misma es cine.
Brindemos por seguir encontrándonos para seguir celebrando el cine.
» Sobre Cine»
– por Graciana Ayerbe
Luego de la cantidad de films vistos a lo largo del año en el ciclo, y de compartir esos encuentros, surgió en mí la idea del cine como experiencia (así como hay una experiencia de lectura por ejemplo). Entonces aparecieron estas sensaciones y reflexiones en torno al cine para subrayar su complejidad y su riqueza:
-Si el cine es una pregunta, poder barajar múltiples enfoques sobre los dilemas de la vida.
-Si es un viaje, visitar esos lugares a través de la ilusión de la historia que vive en la pantalla.
-Si es un arte, disfrutar de los momentos musicales, la pintura, las actuaciones, la poesía, la fotografía etc. ante la creación de belleza que emana.
-Si es un cúmulo de emociones, se verán reflejadas en las interpretaciones, en la puesta del director, y producirán identificación, empatía o posibilidad de interrogar a la propia subjetividad.
-Si es historia,poder visitar las épocas y los países que la convocan para reconocerlas, descubrirlas o aprender algo más en el intento.
Seguramente el llamado «Séptimo Arte» reúna todas estos ingredientes y muchos más. No pretendo teorizar al respecto sino seguir pensando y conectándome con mi propia vivencia.
Encontrarse, entonces significó «saborear» el cine. reinterpretar, romper prejuicios, seguir imaginando, con la presencia y la visión académica de Ernesto Babino, que nos estimula y nos ayuda a continuar profundizando e ilumina aspectos inciertos de algunos films.
Analizar una película o un texto no significa desprenderse del asombro de una primera mirada sino que se vuelve más enriquecedor con el aporte de los compañeros que intercambian sus puntos de vista y de esta manera se extraen otros sentidos más allá de un nivel literal y aparecen las capas que completan y acompañan esa primera impresión.
Me vienen a la memoria «La Familia»y «Nos habíamos amado tanto» de E. Scola, «Hiroshima mon amour», de Resnais, «Amarcord», de Fellini, «Con ánimo de amar», de Won Kar-wai, «Una historia sencilla», de D. Lynch, «Casablanca»,de M. Curtiz, «El gran pez», de Tim Burton,»Fanny y Alexander» de Bergman, «Interiores», de Woody Allen, «Secretos y mentiras», de Mike Leight, «Martes, después de Navidad»de Radu Muntean entre tantas otras.
¡Cuánta humanidad habita esos mundos!
Y porque entrar en éstos y en la vida de esos personajes, cuando se trata de una buena película , nos gusta, nos atrapa en esa especie de trance y casi nos hipnotiza, cuando se vuelve una continuidad semanal, prácticamente nos habita.
Las certezas de la adolescente de «El encanto del erizo» que se trastocan con la experiencia de encuentros transformadores, el viaje del protagonista de «Una historia sencilla» en la máquina de cortar el césped a reencontrarse con su hermano distanciado por las heridas del tiempo, la perplejidad de la protagonista de «El pasado», de Farjadi, decidida a seguir con su nueva historia de amor pero retenida y atrapada por su pasado, el padre fabulador de «El gran pez» quien casi le encontraba un sentido a su vida inventando y contando esas historias, el hombre que rompe con su pareja y da un giro de ciento ochenta grados a su vida y se va con una mujer mucho menor( Martes, después de Navidad), los seres atribulados que dudan si seguir viviendo esa gran historia de amor o contribuir a «salvar» al mundo (En palabras finales de Rick en «Casablanca»: «El problema de tres personas no puede afectar al resto del mundo loco…»)nos han mantenido en vilo todos estos meses y espero que vayamos por más cine el año que viene. Todo esto no hubiera sido posible sin la capacidad de Viviana Feldman de convocar estos encuentros y de sostenerlos en el tiempo, de hacer realidad este proyecto de reunirnos a todos para frecuentar el cine y disfrutarlo.
«El Gran Pez», dirigida por Tim Burton, tiene menos elementos góticos que otras de sus películas, y deviene un homenaje a un narrador de historias, porque para su protagonista, Edward Bloom, el relato lo es todo y hacia el final de su vida, su hijo lo define diciendo algo así como :»él se convierte en sus historias».
Tal vez allí radique para mí la riqueza de este film. La imaginación desbordada de un padre transforma experiencias de vida en fantásticas historias para que su hijo las escuche…además de alimentar las diversas audiencias de éste, que es definido como un ser muy sociable, viajero y a quien no le gusta permanecer demasiado tiempo en un mismo lugar.
El viaje y la aventura se manifiestan como posibilidad de crecimiento y despegue del mundo ordinario y común hacia otra vida más rica y diversa. La metáfora del pez que para crecer debe abandonar su hogar y explorar el mundo es una constante en el relato, así como el interés de no dejarse someter; por eso sale, escapa, no se deja atrapar.
Es un héroe con una gran determinación a la hora de realizar cualquier misión, lo que le permite salir adelante de situaciones complicadas. Como todo relato mítico encierra grandes verdades sobre la vida, el amor , el crecimiento y el no dejarse vencer fácilmente ante los obstáculos.
Aquí el conflicto que tiene Will , su hijo , es que la libertad de su padre tuvo un precio, su alejamiento de su familia. Se trata entonces, de saldar cuentas y de restablecer un vínculo problemático.
Es interesante la metáfora del pueblo , Spectro, un lugar en el que no crecés, te quedás congelado en el mismo ámbito. Al principio le resulta un sitio cómodo, agradable, pero el héroe necesita salir de allí para poder crecer, para no quedar asfixiado en ese mundo. También hay un viaje interior que realiza el hijo de Edward a lo largo de la historia. En ese trayecto conocerá la verdadera faceta de su padre, aquélla que le fue ocultada, y realizará su propio aprendizaje.
Hay una encantadora mirada sobre el mundo de la creación, la ficción , las relaciones entre arte y vida , fantasía y realidad y nuevamente la pregunta final: ¿de qué materiales está hecho un buen relato?